lunes, 31 de octubre de 2011

Plan de clase - Casa Tomada (Julio Cortázar)

PLAN DE CLASE Nº 9 (intensivas)

PRACTICANTE: Canavesi, Adriana CURSO: 1 IV Turno: tarde.

UNIDAD DIDÁCTICA: La narrativa argentina del siglo XX Nº: 3.

TEMA: Casa Tomada (Julio Cortázar).

OBJETIVOS:

Que los alumnos puedan realizar una hipótesis de la lectura a partir del título y realizar una comprobación de la misma al término de la lectura, y enseñarles otra forma de analizar un texto, en este caso con una lectura fragmentada.

CONTENIDOS

CONCEPTUALES

PROCEDIMENTALES

ACTITUDINALES

“Casa Tomada”

Elaboración de hipótesis de lectura, lectura, análisis fragmentado

Valorar la importancia que tiene elaborar una hipótesis de lectura y apreciar otra forma de analizar un texto

APERTURA:

DESARROLLO:

1. Se le pedirá a los alumnos que formen cuatro grupos.

2. Se les entregará unas fotocopias.

3. Se solicitará que realicen lo siguiente

CASA TOMADA (Julio Cortázar)

ACTIVIDADES DE PRELECTURA

  1. El cuento se titula Casa tomada. ¿Qué crees que significa “tomar una casa”?

Ten cuidado porque el verbo ‘tomar’ tiene muchos significados. En tu opinión, y

de acuerdo a tu hipótesis de lectura ¿cuál elegirías? ¡Cuál es tu hipótesis de lectura?

Coger recibir comer / beber

Ocupar por la fuerza alquilar

Encargarse una persona de algo elegir

  1. El autor del cuento es el argentino Julio Cortázar y posiblemente fue el

primero que escribió, allá por 1947 (lo podes encontrar en Bestiario, publicado

en 1951). Las casas han cambiado mucho desde entonces: sistema de

calefacción, tecnología, ocio… ¿Qué hacen ustedes para pasar el rato cuando

se quedan en casa? ¿Qué hacían nuestros padres y abuelos?

JULIO CORTÁZAR: CASA TOMADA

(PARTE 1)

ACTIVIDADES DURANTE LA LECTURA

Nos gustaba la casa porque aparte de espaciosa y antigua (hoy que las casas antiguas sucumben a la más ventajosa liquidación de sus materiales) guardaba los recuerdos de nuestros bisabuelos, el abuelo paterno, nuestros padres y toda la infancia.

Nos habituamos Irene y yo a persistir solos en ella, lo que era una locura, pues en esa casa podían vivir ocho personas sin estorbarse. Hacíamos la limpieza por la mañana, levantándonos a las siete, y a eso de las once yo le dejaba a Irene las últimas habitaciones por repasar y me iba a la cocina.

Almorzábamos a mediodía, siempre puntuales; ya no quedaba nada por hacer fuera de unos pocos platos sucios. Nos resultaba grato almorzar pensando en la casa profunda y silenciosa y cómo nos bastábamos para mantenerla limpia.

A veces llegamos a creer que era ella la que no nos dejó casarnos. Irene rechazó dos pretendientes sin mayor motivo, a mí se me murió María Esther antes que llegáramos a comprometernos. Entramos en los cuarenta años con la inexpresada idea de que el nuestro, simple y silencioso matrimonio de hermanos, era necesaria clausura de la genealogía asentada por los bisabuelos en nuestra casa. Nos moriríamos allí algún día, vagos y esquivos primos se quedarían con la casa y la echarían al suelo para enriquecerse con el terreno y los ladrillos; o mejor, nosotros mismos la voltearíamos

justicieramente antes de que fuese demasiado tarde.

Irene era una chica nacida para no molestar a nadie. Aparte de su actividad matinal se pasaba el resto del día tejiendo en el sofá de su dormitorio. No sé por qué tejía tanto, yo creo que las mujeres tejen cuando han encontrado en esa labor el gran pretexto para no hacer nada. Irene no era así, tejía cosas siempre necesarias, tricotas para el invierno, medias para mí, mañanita y chalecos para ella. A veces tejía un chaleco y después lo destejía en un momento porque algo no le agradaba; era gracioso ver en la canastilla el montón de lana encrespada resistiéndose a perder su forma de algunas horas.

Los sábados iba yo al centro a comprarle lana; Irene tenía fe en mi gusto, se complacía con los colores y nunca tuve que devolver madejas. Yo aprovechaba esas salidas para dar una vuelta por las librerías y preguntar vanamente si había novedades en literatura francesa. Desde 1939 no llegaba nada valioso a la Argentina.

Pero es de la casa que me interesa hablar, de la casa y de Irene, porque yo no

tengo importancia. Me pregunto qué hubiera hecho Irene sin el tejido. Uno puede releer un libro, pero cuando un pulóver está terminado no se puede repetirlo sin escándalo. Un día encontré el cajón de abajo de la cómoda de alcanfor lleno de pañoletas blancas, verdes, lila. Estaban con naftalina apiladas como en una mercería; no tuve valor de preguntarle a Irene qué pensaba hacer con ellas. No necesitábamos ganarnos la vida, todos los meses llegaba la plata de los campos y el dinero aumentaba. Pero a Irene solamente la entretenía el tejido, mostraba una destreza maravillosa y a mí se me iban las horas viéndole las manos como erizos plateados, agujas yendo y viniendo y una o dos canastillas en el suelo donde se agitaban constantemente los ovillos. Era hermoso.

Cómo no acordarme de la distribución de la casa. El comedor, una sala con Gobelinos, la biblioteca y tres dormitorios grandes quedaban en la parte más retirada, la que mira hacia Rodríguez Peña. Solamente un pasillo con su maciza puerta de roble aislaba esa parte del ala delantera donde había un baño, la cocina, nuestros dormitorios y el living central, al cual comunicaban los dormitorios y el pasillo. Se entraba a la casa por un zaguán con mayólica, y la puerta cancel daba al living. De manera que uno entraba por el zaguán, abría la cancel y pasaba al living; tenía a los lados las puertas de nuestros dormitorios, y al frente el pasillo que conducía a la parte más retirada; avanzando por el pasillo se franqueaba la puerta de roble y más allá empezaba el otro lado de la casa, o bien se podía girar a la izquierda justamente antes de la puerta y seguir por un pasillo más estrecho que llevaba a la cocina y al baño. Cuando la puerta estaba abierta advertía uno que la casa era muy grande; si no, daba la impresión de un departamento de los que se edifican ahora, apenas para moverse; Irene y yo vivíamos siempre en esta parte de la casa, casi nunca íbamos más allá de la puerta de roble, salvo para hacer la limpieza, pues es increíble cómo se junta tierra en los muebles. Buenos Aires será una ciudad limpia, pero eso lo debe a sus habitantes y no a otra cosa. Hay demasiada tierra en el aire, apenas sopla una ráfaga se palpa el polvo en los mármoles de las consolas y entre los rombos de las carpetas de macramé; da trabajo sacarlo bien con plumero, vuela y se suspende en el aire, un momento después se deposita de nuevo en los muebles y en los pianos.

Escribe las palabras que se corresponden con estas definiciones:

Instrumento que usamos para limpiar / quitar / sacar el polvo: ____________

Viento fuerte, repentino y de poca duración: ____________

Molestar, ser un obstáculo: ____________

Que evita a la gente, insociable, huraño: ____________

Pasar de un lugar a otro a través de algo, como una puerta: ____________

Rizado, como el pelo, por ejemplo: ____________

Entender lo que pasa:

a) ¿Qué hace Irene cuando termina de hacer las tareas de la casa? ¿Qué

palabras están relacionadas con su afición? ¿Se te ocurren otras?

b) ¿Qué afición tiene el narrador-protagonista? ¿De qué se queja?

c) El narrador-protagonista describe la casa. Dibuja el plano con el nombre de

las partes de la casa y compáralo con el de tus compañeros. ¿Se parecen?

d) Parece que los dos hermanos llevan una vida muy rutinaria. ¿Qué hacen

durante el día?

AGENDA DE ÉL

Por la mañana

Por la tarde

Los sábados

AGENDA DE ELLA

Por la mañana

Por la tarde

Los sábados

JULIO CORTÁZAR: CASA TOMADA

(PARTE 2)

Lo recordaré siempre con claridad porque fue simple y sin circunstancias inútiles. Irene estaba tejiendo en su dormitorio, eran las ocho de la noche y de repente se me ocurrió poner al fuego la pavita del mate. Fui por el pasillo hasta enfrentar la entornada puerta de roble, y daba la vuelta al codo que llevaba a la cocina cuando escuché algo en el comedor o la biblioteca. El sonido venía impreciso y sordo, como un volcarse de silla sobre la alfombra o un ahogado susurro de conversación. También lo oí, al mismo tiempo o un segundo después, en el fondo del pasillo que traía desde aquellas piezas hasta la puerta. Me tiré contra la puerta antes que fuera demasiado tarde, la cerré de golpe apoyando el cuerpo; felizmente la llave estaba puesta de nuestro lado y además corrí el gran cerrojo para más seguridad.

Fui a la cocina, calenté la pavita, y cuando estuve de vuelta con la bandeja del mate le dije a Irene:

— Tuve que cerrar la puerta del pasillo. Han tomado la parte del fondo.

Dejó caer el tejido y me miró con sus graves ojos cansados.

— ¿Estás seguro?

Asentí.

—Entonces —dijo recogiendo las agujas— tendremos que vivir en este lado.

Yo cebaba el mate con mucho cuidado, pero ella tardó un rato en reanudar su labor. Me acuerdo que tejía un chaleco gris; a mí me gustaba ese chaleco.

Los primeros días nos pareció penoso porque ambos habíamos dejado en la parte tomada muchas cosas que queríamos. Mis libros de literatura francesa, por ejemplo, estaban todos en la biblioteca. Irene extrañaba unas carpetas, un par de pantuflas que tanto la abrigaban en invierno. Yo sentía mi pipa de enebro y creo que Irene pensó en una botella de Hesperidina de muchos años. Con frecuencia (pero esto solamente sucedió los primeros días) cerrábamos algún cajón de las cómodas y nos mirábamos con tristeza.

— No está aquí.

Y era una cosa más de todo lo que habíamos perdido al otro lado de la casa.

Pero también tuvimos ventajas. La limpieza se simplificó tanto que aun levantándose tardísimo, a las nueve y media por ejemplo, no daban las once y ya estábamos de brazos cruzados. Irene se acostumbró a ir conmigo a la cocina para ayudarme a preparar el almuerzo. Lo pensamos bien y se decidió esto: mientras yo preparaba el almuerzo, Irene cocinaría platos para comer fríos de noche. Nos alegramos porque siempre resulta molesto tener que abandonar los dormitorios al atardecer y ponerse a cocinar. Ahora nos bastaba con la mesa en el dormitorio de Irene y las fuentes de comida fiambre.

Irene estaba contenta porque le quedaba más tiempo para tejer. Yo andaba un poco perdido a causa de los libros, pero por no afligir a mi hermana me puse a revisar la colección de estampillas de papá, y eso me sirvió para matar el tiempo. Nos divertíamos mucho, cada uno en sus cosas, casi siempre reunidos en el dormitorio de Irene que era más cómodo. A veces Irene decía:

— Fíjate este punto que se me ha ocurrido. ¿No da un dibujo de trébol?

Un rato después era yo el que le ponía ante los ojos un cuadrito de papel para que viese el mérito de algún sello de Eupen y Malmédy. Estábamos bien, y poco a poco empezábamos a no pensar. Se puede vivir sin pensar.

(Cuando Irene soñaba en alta voz yo me desvelaba en seguida. Nunca pude habituarme a esa voz de estatua o papagayo, voz que viene de los sueños y no de la garganta. Irene decía que mis sueños consistían en grandes sacudones que a veces hacían caer el cobertor. Nuestros dormitorios tenían el living de por medio, pero de noche se escuchaba cualquier cosa en la casa. Nos oíamos respirar, toser, presentíamos el ademán que conduce a la llave del velador, los mutuos y frecuentes insomnios.

Aparte de eso, todo estaba callado en la casa. De día eran los rumores domésticos, el roce metálico de las agujas de tejer, un crujido al pasar las hojas del álbum filatélico. La puerta de roble, creo haberlo dicho, era maciza.

En la cocina y el baño, que quedaban tocando la parte tomada, nos poníamos a hablar en voz más alta o Irene cantaba canciones de cuna. En una cocina hay demasiado ruido de loza y vidrios para que otros sonidos irrumpan en ella.

Muy pocas veces permitíamos allí el silencio, pero cuando tornábamos a los dormitorios y al living, entonces la casa se ponía callada y a media luz, hasta pisábamos más despacio para no molestarnos. Yo creo que era por eso que de noche, cuando Irene empezaba a soñar en voz alta, me desvelaba en seguida.)

¿Verdadero o falso?:

El narrador-protagonista oyó un ruido muy fuerte. VERDADERO FALSO

Después cerró suavemente la puerta. VERDADERO FALSO

Irene echaba de menos unas zapatillas de estar por casa. VERDADERO FALSO

La mesa en el dormitorio de Irene era suficiente para comer VERDADERO FALSO

Para poner las fuentes de comida caliente. VERDADERO FALSO

Irene cantaba canciones para niños pequeños. VERDADERO FALSO

El narrador-protagonista empezó a revisar la colección de sellos de su padre porque no

quería molestar a su hermana. VERDADERO FALSO

Entender lo que pasa:

a) Después del extraño suceso algunos hábitos han cambiado. ¿Puedes

relacionar lo que hacían antes con lo que hacían después?

ANTES DESPUÉS

_______________________ _______________________

_______________________ _______________________

_______________________ _______________________

_______________________ _______________________

_______________________ _______________________

b) La nueva situación les produce sentimientos opuestos. ¿Qué razones tienen

para estar tristes? ¿Y para estar contentos?

c) Silencio y sonidos. ¿Qué sonidos hay en la casa? ¿Qué momento se reserva

para el silencio en la casa

JULIO CORTÁZAR: CASA TOMADA

PARTE 3

Es casi repetir lo mismo salvo las consecuencias. De noche siento sed, y antes de acostarnos le dije a Irene que iba hasta la cocina a servirme un vaso de agua. Desde la puerta del dormitorio (ella tejía) oí el ruido en la cocina; tal vez en la cocina o tal vez en el baño porque el codo del pasillo apagaba el sonido. A Irene le llamó la atención mi brusca manera de detenerme, y vino a mi lado sin decir palabra. Nos quedamos escuchando los ruidos, notando claramente que eran de este lado de la puerta de roble, en la cocina y el baño, o en el pasillo mismo donde empezaba el codo, casi al lado nuestro.

No nos miramos siquiera. Apreté el brazo de Irene y la hice correr conmigo hasta la puerta cancel, sin volvernos hacia atrás. Los ruidos se oían más fuertes pero siempre sordos a espaldas nuestras. Cerré de un golpe el cancel y nos quedamos en el zaguán. Ahora no se oía nada.

— Han tomado esta parte —dijo Irene. El tejido le colgaba de las manos y las

hebras iban hasta la cancel y se perdían debajo. Cuando vio que los ovillos

habían quedado del otro lado soltó el tejido sin mirarlo.

— ¿Tuviste tiempo de traer alguna cosa? —le pregunté inútilmente.

— No, nada.

Estábamos con lo puesto. Me acordé de los quince mil pesos en el armario de mí dormitorio. Ya era tarde ahora.

Como me quedaba el reloj pulsera, vi que eran las once de la noche. Rodeé con

mi brazo la cintura de Irene (yo creo que ella estaba llorando) y salimos a la calle. Antes de alejarnos tuve lástima, cerré bien la puerta de entrada y tiré

la llave a la alcantarilla. No fuese que a algún pobre diablo se le ocurriera robar y se metiera en la casa, a esa hora y con la casa tomada.

F I N

Responde estas preguntas:

¿Qué es una hebra?: ________________________________________

¿Y una alcantarilla?: _________________________________________

¿Sabes antónimos de brusco/a?: ________________________________

¿Qué crees que significa “con lo puesto”?: _________________________

¿Y “pobre diablo”?: _________________________________________

Entender lo que pasa:

a) ¿Cómo crees que se sienten los protagonistas cuando se oyen que los ruidos

se acercan?

b) ¿Qué cosas han dejado en la casa?

c) ¿Por qué el narrador-protagonista tira la llave a la alcantarilla?

ACTIVIDADES DE PARA DESPUÉS DE LA LECTURA

1) ¿Qué significa el verbo ‘tomar’ del título? ¿Cuál habías elegido?

2) ¿Qué crees que van a hacer los dos hermanos? ¿Dónde van a ir?

3) ¿Por qué el narrador-protagonista y su hermana Irene no se defienden?

4) Al final los protagonistas están fuera de su propia casa y sin posibilidad de

volver; pero ¿qué o quién es el responsable de su expulsión? Julio Cortázar no

lo dice, así que todo depende de la interpretación personal. En tu opinión, ¿qué

o quién ha ocupado la casa? Escribe un relato desde el punto de vista del

‘invasor’. Intenta pensar en estos detalles:

- Su identidad y su procedencia.

- Por qué quiere la casa y qué va a hacer con ella.

- Qué piensa de los habitantes de la casa.

CIERRE:

Se realizará una puesta en común sobre lo realizado, si quedó alguna actividad pendiente se pedirá que la resuelvan en la casa y la traigan para la próxima clase.

EVALUACIÓN:

Será procesual y sumativa

CRITERIOS:

· Conocimientos previos

· Capacidad de analizar una obra en forma fragmentada.

· Capacidad de elaboración dé un texto a partir de las consignas dadas.

· Capacidad de elaborar una hipótesis de lectura.

INSTRUMENTOS:

· Resolución de las consignas dadas.

INSTANCIAS:

· Los tres momentos de la clase.

Materiales didácticos; Pizarrón, fotocopias, diccionario.

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